21 de mayo de 2019- Teniendo en cuenta el deterioro de la situación, la Agencia para los Refugiados considera que la mayoría de los venezolanos califican para obtener asilo y pide a los Gobiernos latinoamericanos que les otorgue este tipo de estatus y no los devuelvan a su país.
La Agencia de la ONU para los Refugiados considera que la mayoría de los venezolanos que huyen del país necesitan protección internacional como refugiados, dado el deterioro de la situación política, económica, de derechos humanos y humanitaria en su país.
En una nota de orientación dirigida a los Gobiernos, ACNUR pide que los venezolanos, sea cual sea su situación legal, no sean deportados o forzados a regresar.
Son personas como José y Yurmi, que tuvieron que salir precipitadamente del país con su bebé de siete meses, según el testimonio recogido por ACNUR. Tras empacar un poco de ropa, caminaron hasta la frontera con Colombia. A José, un médico que trabajaba como voluntario cerca de la ciudad venezolana de Barquisimeto, le habían advertido que su vida corría peligro. “La persona a la que pagaron para matarme era uno de mis pacientes más cercanos. Me dijo que habría aceptado los 790 dólares que le ofrecían por quitarme la vida si no hubiese estado tan agradecido conmigo por haber tratado a sus familiares”, explica. “Es mucho dinero. Cualquiera hubiera aceptado esa oferta”.
José y Yurmi llegaron a un albergue apoyado por esta agencia en Bogotá, donde están pasando unas pocas noches hasta que puedan regularizar su situación y encontrar un alquiler.
Son parte de los 3,7 millones de venezolanos que han salido de su país. Entre 3000 y 5000 siguen cruzando la frontera diariamente.
El documento reconoce que el número de personas que salen de Venezuela plantea “situaciones complejas” por las que puede resultar inviable determinar la condición de refugiado de manera individualizada. Por ese motivo, recomienda “un reconocimiento grupal”.
El comunicado explica que para algunos venezolanos en situación de riesgo se aplica la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, pero la mayoría calificarían como refugiados basándose en los criterios más amplios contemplados en la Declaración de Cartagena sobre Refugiados de 1984, que se aplica en América Latina.
“Esto es así por las amenazas contra su vida, su seguridad o libertad debido a las circunstancias que están perturbando gravemente el orden público en Venezuela“, dijo Liz Throsell, la portavoz.
Por ello, ACNUR también pide a los Estados garantizar que las personas venezolanas, sin importar su estatus legal, no sean deportadas o retornadas forzosamente.
Asilo en los países de la región
La guía incluye recomendaciones para tratar casos como el de Juan Carlos, un venezolano de 28 años que trabajó durante tres años en el departamento de comunicación de una empresa estatal en Venezuela. Nunca imaginó que una entrevista con un medio local en la que denunció irregularidades en su oficina le pondrían en grave peligro. Cuando se publicó la entrevista, comenzó a sufrir intimidaciones en el trabajo. “Me humillaron”, recuerda. “Me trataban como si no valiera nada y amenazaron con matarme, obligándome a renunciar a mi puesto”.
Juan Carlos dejó su trabajo, pero las amenazas no cesaron. Una noche, cuando regresaba a casa fue interceptado por un grupo de hombres armados que le torturaron, asegura en su testimonio a ACNUR. “A la mañana siguiente, todavía en estado de shock, presenté una denuncia. Nunca me dieron una copia”, dice. “No volví a ser el mismo. Lloraba todo el día y estaba siempre asustado”.
Las cosas empeoraron cuando intentó obtener su certificado de nacimiento y descubrió que ya no formaba parte de los registros. “No había pruebas de mi existencia. No apareció ni una copia ni el original”.
Juan Carlos huyó a Ecuador donde ha pedido asilo. Dice que las dificultades por las que ha pasado le han hecho más fuerte y ahora está centrado en estudiar cine.
Unos 460.000 venezolanos como él han solicitado formalmente asilo en el extranjero, en su mayoría en los países vecinos en América Latina. Casi un millón y medio han conseguido otros tipos de visa que les permiten estudiar y trabajar. Muchos otros siguen en situación irregular.
“Los Gobiernos de la región han sido generosos con su respuesta a la crisis de Venezuela”, dice Renata Dubini, la directora para las Américas de ACNUR. “A medida que la situación empeora, tienen que seguir permitiendo que los venezolanos se queden sin miedo a ser retornados”.
Sin medicinas, ni doctores
El colapso de la sanidad también está empujando a muchos venezolanos a salir. Euligio Baez, un indígena Warao de 33 años del Delta Amacuro, en Venezuela, dejó la tierra ancestral y se llevó sus cinco hijos a Brasil después de que tres familiares murieran.
“Cuando mi hija de nueve meses murió por la falta de medicinas, doctores o tratamiento, decidió llevarme a mi familia fuera de Venezuela antes de que otro de mis hijos muriera”, contó Euligio a ACNUR. “Las enfermedades se están haciendo más fuertes que nosotros. Me dije, o nos vamos o morimos”.
Ahora vive con su familia en Boa Vista, a unos 250 kilómetros de la frontera. Con ayuda de ACNUR y sus socios locales, tres de los cinco niños de Euligio van a la escuela. “Vivir en un albergue es algo totalmente diferente a lo que conocemos. No hay mucho contacto con la naturaleza, hemos tenido que adaptarnos a la comida y las costumbres locales, pero lo hacemos para proteger a nuestros niños. Sueño con que algún día podremos volver a nuestra tierra y que nuestros hijos estén seguros”.
El trabajo de la ONU en Venezuela
Las Naciones Unidas están reforzando su presencia en Venezuela y ampliando sus actividades, ya que, según el último informe de la Oficina de Coordinación Humanitaria, “la situación humanitaria en el país se ha exacerbado, debido a las continuas problemáticas económicas, la inestabilidad política, los cortes de electricidad y el consiguiente deterioro de la prestación de servicios esenciales”.
En una intervención ante el Consejo de Seguridad, el coordinador humanitario reveló que:
- 7 millones de venezolanos necesitan ayuda humanitaria.
- 1,9 millones de personas requieren asistencia nutricional, entre ellas 1,3 millones de niños menores de cinco años;
- las enfermedades prevenibles como la tuberculosis, la difteria, el sarampión y la malaria han resurgido, con 2,8 millones de personas en necesidad de asistencia médica, incluidos 1,1 millones de niños;
- unos 4,3 millones de venezolanos requieren asistencia de agua y saneamiento, entre ellos un 17% de los más pobres que no tienen acceso a agua potable, o la reciben solo una vez cada dos semanas.
En 2018, las agencias de la ONU llevaron a cabo campañas de vacunación a gran escala, suministraron generadores para los hospitales, entregaron más de 189.000 tratamientos preventivos y curativos para la desnutrición aguda, suministraron agua potable y productos de higiene a más de 28.000 personas y apoyaron la educación de casi 50.000 niños, niñas y adolescentes.
En 2019, la situación humanitaria se vio “aún más afectada” por los cortes de electricidad en marzo, que dejaron a todos los estados del país sin luz. Otros servicios como el agua, la educación, la atención de salud, el suministro de combustible y las telecomunicaciones también se vieron afectados y en algunas zonas se registró un aumento de la inseguridad.
Además, desde el 23 de febrero se cerraron las fronteras del país, lo que perjudicó a la población de los estados fronterizos que necesitan cruzar para comprar bienes o para ir a trabajar. El cierre también ha obligado a que las personas utilicen cruces informales, corriendo más riesgos.
Las Naciones Unidas junto con otras organizaciones están elaborando un Plan de Respuesta Humanitario para Venezuela, enfocado en salud, alimentación y agricultura, nutrición, agua, saneamiento e higiene, protección, incluida la de la infancia y la de la mujer, y educación.
Fuente: news.un.org
Leyenda imagen de portada: ACNUR