“Construir una economía nueva para que las ciudades asuman el reencuentro con la tierra para realizar una Revolución económica en la agricultura urbana”, expresó del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, durante la inauguración del produce Plan Nacional 100 días para la Siembra Urbana en el país.
Esta iniciativa del Gobierno Nacional contó con la participación de agricultores, estudiantes y del Poder Popular, que se integraron en un mismo fin: abarcar un total de 1.200 hectáreas de tierras urbanas y periurbanas a propósito de incentivar la producción de alimentos, desde las propias comunidades y garantizar así la soberanía alimentaria, tanto en vegetal como animal.
La misión de este programa social fue incorporar a todas las fuerzas del país a la agroproducción y combatir la guerra económica instaurada por algunos sectores de la extrema derecha venezolana, con apoyo de gobiernos imperialistas, y muy especialmente para superar el rentismo petrolero, heredado de la cuarta República.
El plan contempló en una primera etapa la siembra de 13 rubros, entre ellos, acelga, cilantro, cebollín, berenjena, calabacín, pepino, tomate, cebolla, ají dulce, remolacha, pimentón, zanahoria y lechuga.
Asimismo, se estaba dirigido a impulsar el Registro Nacional de Tierras Urbanas para ubicar y utilizar nuevos espacios ociosos, que pudiesen ser ocupados en la producción.
La ejecución estuvo a cargo de la ministra del Poder Popular de Agricultura Urbana, Lorena Freitez, para coordinar el abastecimiento del 20 por ciento de los productos consumidos por los venezolanos a partir de la cobertura de una meta anual de un 5%, priorizando al menos ocho ciudades del país, Barcelona, Barquisimeto, Caracas, Los Teques, Maracaibo, Maracay, Mérida y Valencia.
Una vez obtenida la cosecha se comenzó el plan de distribución para atender a las familias venezolanas con costos convenidos de producción, luego establecer mecanismos de distribución en los mercados comunales y nacionales.
Uno de los grandes logros que tuvo este plan fue la recolección de 9 mil toneladas de hortalizas en el territorio nacional, así como también el abordaje de las principales ciudades para ser utilizadas como reservorio de alimentos y generar a su vez, cientos de empleos para la población.
Además de la puesta en marcha de este plan, en el año 2016, se activó además el Fondo Productivo de Agricultura Urbana y el programa de financiamiento Hagamos una Vaca, cuyo objetivo era contribuir, a través de la agricultura urbana, a la adquisición de alimentos de calidad con precios justos para las hallacas. Este programa se destinó a los sectores de menor poder adquisitivo, unos dos millones de personas aproximadamente.
Las modalidades de siembra atendidas por el citado plan de financiamiento se concretaron en mesas organopónicos, creadas en patios de 200 a 800 metros cuadrados, comprendidos en espacios de producción de vegetales y proteína animal para el autoconsumo.
Su contribución con el desarrollo sostenible de las sociedades y la seguridad alimentaria de las familias es el nuevo eje de acción en la economía venezolana, aparte de que es una excelente fuente de empleo y de beneficio para los productores.
Los cultivos son distribuidos en la misma población o comunidad, y vendidos a precios más accesibles, debido a que la ganancia es directa, sin necesidad de intermediarios.
La idea fue concebida para producir el 40 por ciento de los vegetales que consume la población, lo cual permite una producción más acelerada de los alimentos en poco espacio y con los mismos beneficios nutricionales de la agricultura tradicional.
Tales iniciativas del Gobierno Nacional impulsaron al pueblo venezolano a producir los rubros alimenticios de mayor consumo en el país, así como su adquisición a bajo costo, y a la vez crear conciencia en el cultivo, en el cuidado de hortalizas y mejormiento sustancial de su salud. /XN
Fuentes: Correo del Orinoco, PSUV, AVN, Radio Mundial YVKE
Por: Luis Primera
Tomado de www.vtv.gob.ve