Madres cuidadoras ayudan a sostener el sistema de salud pero carecen de apoyo, advierte Prepara Familia

El cuidado en Venezuela es una labor feminizada e invisible: son las mujeres quienes dedican su vida a sus hijos con enfermedades crónicas y además ayudan a sostener el sistema de salud a pesar de sufrir estrés emocional y físico

Cuando un niño o niña se enferma en Venezuela, quien asume su cuidado es una mujer: su madre en la mayoría de los casos. Si ese niño o niña tiene una enfermedad crónica, es su madre quien lo acompaña en el hospital y se expone a sufrir pobreza, riesgos para su salud, tristeza y soledad debido a la ausencia de condiciones de atención dignas.

Las mujeres cuidadoras en el país dedican sus vidas enteras al cuidado de sus hijos e hijas y alivian la carga del ya reducido personal sanitario, pues asumen tareas que le corresponden al sistema de salud. A pesar de ello, su labor no es reconocida ni retribuida por la sociedad y ni por el Estado, explica el informe “El cuidado invisible y su aporte al sistema de salud”, presentado este 30 de noviembre por la organización no gubernamental Prepara Familia.

El reporte, elaborado a partir de entrevistas realizadas entre mayo y julio a las mujeres cuidadoras de niños, niñas y adolescentes de los hospitales J. M. de los Ríos (95) y El Algodonal (28), en Caracas, revela que 95% de quienes cuidan a los pacientes pediátricos con enfermedades crónicas son las madres. Solo el 3% son tías o
abuelas.

Las mujeres cuidadoras en su mayoría están en situación de pobreza. Aunque trabajaban antes de la enfermedad de sus hijos, debieron abandonar sus empleos para dedicarse al cuidado.

Apenas entre 10 y 15% de ellas trabajan ocasionalmente y 40% de ellas viven en hogares conformados hasta por nueve personas, pero no tienen compañero o pareja.

Además, 80% de las madres cuidadoras son mujeres jóvenes de menos de 44 años, y casi dos tercios de ellas provienen de las regiones, lo que significa que deben esforzarse para trasladarse hasta la capital del país para hospitalizaciones o tratamientos largos, que en su mayoría duran más de un año.

“Las madres se quedan a vivir en el hospital, en situaciones críticas y agotadoras, quedando sus otros hijos al cuidado de abuelas (42%), tías (11%) o el padre (24%), o quedan solos (22%)”, destaca el informe.

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