(20/07/2022)
Un estudio destinado a evaluar el retroceso de los glaciares tropicales de los Andes del Norte, área que comprende Ecuador, Colombia y Venezuela, encontró que prácticamente ya no quedan rastros de estas formaciones en Venezuela y que el volumen total de hielo en la región es de 4,17 km3, cerca de la mitad del calculado diez años atrás (8,11 km3). (Lea India reintroducirá al guepardo, una especie que desapareció hace 70 años)
“Esto se debe en parte al cambio climático, pero principalmente al hecho de que las estimaciones anteriores eran menos precisas. Se basaban en un estudio global que no verificaba cada glaciar en particular y entonces accidentalmente incluyeron como hielo varias áreas que eran solo nieve temporal”, dice a SciDev.Net Maximillian Van Wyk de Vries, autor de una investigación publicada en Scientific data.
En el caso de Venezuela, Van Wyk de Vries dice que hace algunas décadas ese país tenía varios glaciares pequeños, cuyo derretimiento, debido al calentamiento global, ha sido documentado por geólogos venezolanos. (Lea Así se afectará la biodiversidad del océano por el calentamiento global)
“Nuestros resultados sugieren que el último trozo de hielo, conocido como Glaciar la Corona en el Pico Humboldt, ha dejado de fluir y por lo tanto ya no es un glaciar”, agrega.
Por definición los glaciares son considerados bloques de hielo que fluyen por su propio peso. Cuando se derriten, se transforman en pequeños trozos de hielo livianos, sin capacidad de fluir.
David Carchipulla-Morales, de la Universidad de Wake Forest en Carolina del Norte (EE. UU.), y coautor del estudio dice a SciDev.Net que “a pesar de no haber medido en el estudio el efecto del cambio climático en el derretimiento de los glaciares, el hecho de que no queden glaciares en Venezuela podría motivar a pensar que son regiones más sensibles al cambio climático que otras”.
A pesar de su pequeño tamaño en términos de volumen a nivel mundial, los glaciares de los Andes tropicales desempeñan un papel importante en la hidrología de las cuencas altas, contribuyendo significativamente a la disponibilidad de agua de las comunidades circundantes. Su gran sensibilidad a la variación del clima, en una escala de tiempo muy corta, los ha llevado a ser considerados centinelas de la variabilidad del clima.